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DIAS BRUMOSOS EN LA CIUDAD

14 de Abril, 2008  ·  General

Por estos días es posible observar un fenómenoque distingue a mi ciudad: una bruma tenue y silenciosa que parece bajar de lasmontañas, rodea la ciudad y luego se distribuye lentamente sobre ella, antes deconvertirse en el preludio de las lloviznas de temporada. Desde hace variasdécadas, este fenómeno sólo era observable temprano en las mañanas, pero ahorase mantiene a lo largo del día, casi hasta pasada la media tarde. Tal vez seauna reminiscencia de los tiempos anteriores a nuestros abuelos, cuando recorríanlas calles empedradas y frías mientras la bruma se asomaba justo sobre loslímites de la ciudad, y se escondían de la llovizna diaria bajo sombreros dedistinta hechura según la condición. O tal vez se trate de una consecuenciapropia del cambio climático en el planeta, y esa bruma resulta ser unaadvertencia de que todos, sin importar diferencia alguna, estamos expuestos almalestar de la naturaleza por nuestra pertinaz actitud contaminante en elmundo.

Eso también explicaría la dificultad presentepara pronosticar las temporadas secas y húmedas en mi ciudad, algo que nocausaba problema a nuestros antecesores de hace un siglo. Es importante aclararque mi ciudad se ubica en la zona tropical, y no existen las cuatro estacionesque caracterizan a las regiones más allá de la línea imaginaria de los Trópicosde Cáncer (al norte) y de Capricornio (al sur), así que estamos acostumbrados avivir temporadas secas y húmedas durante el año. O estábamos acostumbrados,porque eso ha cambiado notablemente en los últimos años. Los abuelos se habríansentido agobiados bajo su indumentaria habitual –de sombrero, ruana, vestido ysudor acumulado– si hubieran soportado olas de calor en octubre, uno de losmeses más lluviosos del año. Y las abuelas vivirían asustadas hasta las enaguascon las granizadas que han cubierto los parques de la ciudad como si se tratarade nevadas del norte de Europa.

No sé si otro efecto de la globalización sea lahomogeneidad de los paisajes, pero eso ya hace parte de otra discusión. Tal vezla bruma no sea más que un testigo silencioso de los sucesos de la ciudad, yque reaparece cada cierto tiempo para presenciar los cambios ocurridos, paraver cuánto hemos crecido, cuánto hemos destruido, cuánto hemos aprendido ycuánto nos falta por aprender. Y de ser así, su juicio podría ser ambivalente:hemos crecido hasta límites imprevisibles, hemos acogido a una gran cantidad depersonas de distintos lugares, hemos creado grandes obras urbanísticas y deingeniería, y hemos aprendido importantes normas de convivencia. Pero tambiénhemos destruido muchas zonas verdes, hemos permitido el crecimientodesordenado, hemos conseguido soluciones parciales para los problemas decontaminación y hemos desatendido conflictos sociales persistentes en laciudad. La bruma sigue los movimientos de la ciudad mientras calla.

Todos nos acostumbramos al clima del lugardonde crecimos. Podemos soportar el sol canicular de julio y los aguacerostorrenciales de abril. Incluso admitimos que haya pequeñas treguas en nuestrameteorología (una llovizna refrescante en julio o un día soleado en abril nomolestan a nadie). Pero no nos acostumbramos a vivir en un clima impredecible ycada vez más propenso a los extremos como el que nos ha tocado en estostiempos. Así como yo no me acostumbro a esta bruma legendaria, la misma con laque –metafóricamente hablando–  muchosindividuos buscan cubrir sus crímenes, sus actos de corrupción, susincompetencias, sus actos escandalosos, sus mentiras. Claro, la bruma no tieneen sí misma la culpa de todos los males que se encuentren en una sociedad. Essólo un manto tenue de nubes que todo lo cubre, lo bueno y lo malo, que nosmaravilla y nos confunde, que nos lleva a recordar otros tiempos y a soñar conuna ciudad mejor en todos los aspectos.

Hace ya sesenta años, otra bruma cubrió loscielos de mi ciudad. El asesinato de un líder popular, de un presidente enciernes, ensombreció el clima político del país y generó una destrucción casi apocalíptica.Hubo muertes, odio, incendios y, luego, un largo proceso de reconstrucción. Yun crimen que, pasados sesenta años, sigue sin ser entendido o asimilado. Escomo si la bruma se hubiera posado sobre la conciencia colectiva, sobre lahistoria, sobre la justicia. Pero si es cierto lo que dicen, nuevos vientosllegarán y se llevarán la bruma hacia confines insospechados. Y mientrasesperamos a que regrese para ver cómo vamos, podremos ordenar y arreglar muchosasuntos pendientes. Eso sí, arreglar el clima tomará un poco más de tiempo y elesfuerzo de muchas personas fuera de nuestros confines… claro, si es que tienearreglo.

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publicado por citadino07 a las 14:33 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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